Bien, como estamos en el momento de actuar dejaremos los escritos sobre el despertar para la próxima oportunidad. Espero que algunos hayan captado el mensaje ofrecido en esos escritos.
De lo que se trata ahora es de usar de la mejor manera posible la enegía que poseemos y la que esta a nuestra disposición a través de diferentes fuentes. Empecemos por aquella que esta mas a nuestro alcance : Nosotros mismos. Aunque para muchos es imperceptible, el conjunto Cuerpo – Alma es una gran batería energética; no somos concientes de que tan poderosa es esa batería y por lo general - y en el mejor de los casos - solo usamos 1/3 de su capacidad; aun peor, el 80% de esta mínima energía usada la consumimos en actividades vanas y sin ningún sentido ni beneficio. Aprender lo que en realidad y literalmente sería «ponernos las pilas» o usar eficientemente la «pila» que poseemos, es parte de nuestro aprendizaje espiritual. Cada vez que retornamos al mundo físico en una nueva vida lo hacemos con la única finalidad de seguir aprendiendo como usar más eficientemente nuestra capacidad de producir y manejar energía; al hacerlo, estaramos elevando nuestra vibración energética y ascendiendo en la escala espiritual.
Nuestro cuerpo es perfecto y nuestra mente es perfecta. La maquinaria esta diseñada para obtener un óptimo funcionamiento; el problema se presenta cuando el Operario se empeña en hacer las cosas complicadas y en no seguir el libro de instrucciones sobrecargando así el equipo y como consecuencia obteniendo una muy mala productividad. La mala calidad de la materia prima (nuestros pensamientos), el bajo cuidado que prestamos a la Operación (nuestras acciones) y la ineficacia -o completa ausencia- de un plan de mantenimiento preventivo (nuestra aliementación y hábitos de salud) hacen que un portentoso motor Ferrari funcione como una Vespa con cientos de problemas mecánicos.
Empecemos por el inicio : la materia prima, es decir, nuestros pensamientos. Hay un ejemplo muy gráfico que ya lo he usado anteriormente pero que quiero repetir para los nuevos lectores. Nuestros pensamientos se generan en nuestra mente y nuestra mente es como un gran computador con sistema operativo Window (de hecho el éxito de Window radica precisamante en esta semejanza). Cada vez que generamos un pensamiento – por fugaz que este sea- se abre una ventana. Pónganse cuidado y tomen el tiempo; midan un minuto y durante ese tiempo cuenten el número de pensamientos que fueron generados en su mente, se quedarán asombrados de la cantidad de estos que Ud. pudo percibir; existen estudios que dicen que sólo somos capaces de percibir el 75% de nuestros pensamientos el otro 25% permanecen en el subconciente y sólo pueden ser identificados a través de técnicas especiales. Cada uno de esos pensamientos son ventanas abiertas en nuestro «sistema operativo» que están esperando por una acción. Imagine su computador con 10 ventanas abiertas : probablemente 2 o 3 archivos de excel y otros tantos de word, varias páginas de internet abiertas, el messenger abierto, revisando los e-mails, bajando música, viendo videos, cargando su MP3, bajando las fotos de su cámara digital y editándolas, etc. Ahora imagínelo no con 10, sino con 500 o 1000 ventanas abiertas al mismo tiempo; todas ejecutando algo o simplemente esperando por alguna acción pero igualmente consumiendo memoria. Que creen ustedes que pueda pasarle a su computador ante una situación asi?. Si Usted no es lo suficientemente rápido ejecutando los programas y cerrando las ventanas, lo más seguro es que su PC colapse y no tenga más remedio que resetearlo perdiendo así toda la información. En el caso de un PC este sería el mal menor pues sólo tendríamos que armarnos de paciencia y comenzar todo de nuevo; pero lo del computador es sólo un ejemplo, acá estamos hablando de nuestra mente. Nuestra mente no puede resetearse; bueno, sí puede resetearse pero entonces ya tendríamos que esperar a nuestra siguiente vida y habríamos perdido esta oportunidad.
Revisemos entonces los pensamientos que producimos, no sólo la cantidad sino también la calidad de los mismos. Por un momento « salgamos » de nuestro cuerpo y veamos nuestro cerebro como si estuviéramos viendo el monitor de nuestro PC. Entonces comencemos a revisar una a una cada ventana abierta. Las absurdas, aquellas sin sentido, desechémoslas cerrándolas. Aquellas otras cuya ejecución no se puede realizar aún por falta de información, dinero o tiempo, las guardamos en memoria y la cerramos hasta que sea el momento oportuno (estos son nuestros deseos y con ellos debemos trabajar individualmente estructurándolos y planificándolos). Estos son los pensamientos activos,
Hay otros tipos de pensamientos que no requieren ninguna acción pero que crean sensaciones, los llamamos pensamientos pasivos. En estos son los que debemos poner más atención. Estudiemos analiticamente que tipo de sensación nos producen cuando revisamos esas ventanas. Es una sensación placentera? entonces dejémoslo abierto no nos hará ningún daño, al contrario, esa son nuestras ilusiones. La sensación es desagradable?, nos causa nerviosismo, miedo, ira o rencor? Ah!, entonces es allí donde debemos detenernos.
Con precisión casi quirúrgica debemos entonces examinar cada uno de estos pensamientos que nos causan ese tipo de sensaciones negativas pués es alli donde perdemos la mayor cantidad de energía. Cuestionemos todo lo que descubrimos en nuestra inspección. Por que sentimos de esa forma?, cual es su origen? Por que la persona o el hecho involucrado nos transmite esa sensación? Es quizás producto de algún recuerdo o residuos de alguna mala experiencia? . Lleguemos hasta la médula del asunto y una vez que determinemos y comprendamos cual es la verdadera causa que origina la negativa sensación aceptaremos el pensamiento y al hacerlo Oh Sorpresa!, nos daremos cuenta de que ya no nos afecta como antes. Sigue allí pero entendiéndolo podemos trabajarlo y entonces ya lo convertimos en un pensamiento activo y podremos discernir sobre la acción que demos ejecutar para cerrar la ventana.
Suena sencillo, pero no lo es tanto. Requiere práctica y dedicación. Pero Amigos míos creanme, una vez que hayan conseguido la mejor técnica para auto- observarse y la implanten como parte de su rutina diaria, se les hará mucho más fácil. No es posible dominar nuestra mente y solo permitir los pensamientos que queremos, no aspiren a eso pues seríamos robots. La riqueza de pensamientos es una virtud humana, de ellos nacen nuestros sueños, deseos e ilusiones. Las grandes Obras se han construido gracias a los pensamientos. Lo que sí podemos hacer es mantener una método de control de los mismos para sólo usar nuestra energía en aquellos que nos proporcionan un beneficio.
Cada uno de Uds. Tiene que buscar su propia técnica. Yo uso una que me resulta divertida. En la noche, al acostarme, comienzo a pasar en mi mente la película de todo lo que hice en el día. Procuro mostrar en esa pantalla (en tres dimensiones y con sonido stéreo) hasta el más minimo detalle de lo ocurrido : lo que hice, lo que dije, procuro recrear las caras de todas las personas con las que me encontré (incluso aquellas que vi sólo caminando por la calle o en el autobús), con quienes conversé, quienes conversaron conmigo, que dijimos y que nos dijeron; pero lo más importante de la película es estudiar mis reacciones ante cada escena mostrada. Si la escena me parece sin sentido y absurda, la edito. Si la escena me provoca alegría o satisfacción, la resalto. Cuando la escena me provoca sensaciones desagradables, entonces paro la película, repito la escena varias veces en camara lenta, estudio los detalles, que la originó, que sentí, indago las causas de mis sensaciones y una vez que completo mi análisis entonces anoto en mi lista de cosas por hacer la acción que debo tomar. Parece complicado, pero eso no me toma más de 15 minutos. Asombrosamente cuando alguna escena ha quedado sin determinar la acción entonces en mis sueños muy frecuentemente recibo «cierta ayuda» que me permite ver las cosas más claramente.
Nuestra energía es de incalculable valor, no tiene sentido malgastarla cuando puede sernos de gran ayuda si la usamos para impulsar nuestros deseos y planes. En esta época del año en donde estamos plenos de energía y ánimos de actuar, nada mejor que hacerlo con «las pilas» a plena carga y con nuestro motor Ferrari rugiendo desbordante de potencia para conducirnos raudo hacia la Nueva Era.